domingo, 13 de septiembre de 2015

OTRA∃DUCACION



OTRA∃DUCACION


Posted: 10 Sep 2015 02:46 AM PDT
Rosa María Torres


Se ha vuelto un lugar común proponerse "atraer a los mejores estudiantes para la docencia". Muchos políticos, expertos y organismos en el mundo lo vienen afirmando, en los 'países desarrollados' y en los no tanto.


Como tanta cosa que en educación se repite sin saber o sin pensar, dicha afirmación requiere diseccionarse y analizarse.

¿Quiénes son "los mejores estudiantes"?

Generalmente se entiende por tal a quienes obtienen las mejores calificaciones, en su trayectoria escolar o bien en algún examen en particular. Hay quienes, específicamente, asocian dichas calificaciones a pruebas nacionales o a pruebas internacionales como PISA.

También hay quienes asumen que "los mejores estudiantes" son los más inteligentes y son muchos los que asocian - equivocadamente - buena calificación con inteligencia o con aptitudes superiores. En realidad, las pruebas de desempeño escolar/académico no miden inteligencia.

David Cameron, en el Reino Unido, mencionando entre otros a Finlandia y a Corea del Sur, y a sus resultados en PISA, afirmaba en 2010 que hay que capacitar a los estudiantes "más inteligentes" para convertirse en profesores. (Ver: The Importance of Teaching. The Schools White Paper 2010)

En el Ecuador, la decisión de seleccionar a "los mejores estudiantes" se aplica hoy a dos carreras universitarias: Medicina y Magisterio. En ambos casos, se exige que los postulantes obtengan como mínimo un puntaje de 800 en el examen de ingreso a la universidad, ENES, implantado por el gobierno de Rafael Correa a partir de 2012 (como era de esperar, muchas facultades de educación no tuvieron estudiantes y hasta debieron cerrar). Asimismo, los estudiantes que obtienen los mejores puntajes en el ENES, pasando a integrar el llamado Grupo de Alto Rendimiento (GAR), se hacen acreedores a una serie de reconocimientos e incentivos, y a becas para estudiar en el país y en el extranjero. (Ver, en este blog: Puntajes perfectos - ENES, Ecuador).

¿Podemos afirmar que los mejores estudiantes son los que obtienen las mejores calificaciones, ya sea en su trayectoria escolar o bien en una prueba?

Muchos dirán que no. O que esto es insuficiente para afirmar que son "los mejores". Soy una de esas personas. Para mí, buen estudiante es en primer lugar el que se entusiasma con el aprendizaje, el que lee y disfruta de la lectura, el que aprende a pensar y a aprender, el que es capaz de aprender de manera autónoma, dentro y fuera del sistema escolar. El buen estudiante no necesariamente saca las mejores calificaciones.

¿Qué lleva a pensar que "los mejores estudiantes" serán "los mejores docentes"?

En realidad, el buen docente sigue jugándose en primer lugar en la vocación, en el gusto por aprender y por enseñar y ver que otros aprenden, en cualidades como el respeto, la empatía y hasta la simpatía, la paciencia, la humildad, la capacidad de diálogo, de observación y de escucha, la inteligencia emocional más que la inteligencia a secas, el aprecio por la lectura, por la cultura, por el arte. Qué y cómo enseñar es algo que se aprende y que depende también, sobre todo, de su propio interés, disposición y capacidad para aprender. No hay nada que lleve a asociar, mecánicamente, ser "buen estudiante" - entendido como obtener buenas calificaciones - y tener madera para convertirse en "buen educador".

Recuerdo que durante la Campaña Nacional de Alfabetización "Monseñor Leonidas Proaño", en el Ecuador, muchos profesores se sorprendían - y me comentaban, en mis recorridos y visitas por el país - al constatar que algunos de sus estudiantes que habían considerado "más vagos" en el colegio resultaban ser muy buenos alfabetizadores, creativos, entusiastas, dedicados, comprometidos.

Pasi Sahlberg, experto finlandés, lo explica muy bien para el caso de Finlandia y a propósito justamente de las afirmaciones de David Cameron.  (Ver: What makes Finnish teachers so special? It´s not brains, The Guardian, 31 March 0215).

En Finlandia - explica - ese 10% de estudiantes que son aceptados para estudiar magisterio en la universidad no son necesariamente los "mejores estudiantes" o los más inteligentes. 

El examen de ingreso en la Universidad de Helsinki tiene dos fases. Primero, todos los estudiantes deben tomar un examen escrito. Los que obtienen los mejores puntajes son luego invitados a la segunda fase, que consiste en un test de aptitudes específico para el ingreso a la universidad. 60% de los estudiantes elegidos lo son a partir de una combinación de los resultados del test de admisión y de los puntajes en los exámenes que tomaron para terminar la enseñanza secundaria; 40% de los estudiantes obtuvieron un lugar en la universidad a partir solamente del puntaje en el examen de admisión.

En 2014, 1.650 estudiantes tomaron el examen escrito para competir por los 120 lugares disponibles en la Universidad de Helsinki. Los aplicantes tenían entre 1 y 100 puntos en los exámenes de aprobación de la secundaria. Una cuarta parte de los estudiantes aceptados en la universidad provinieron del 20% ubicado en el tope de las habilidades académicas; otra cuarta parte provino de la mitad inferior. La mitad de los estudiantes admitidos en primer año fueron estudiantes promedio en términos académicos.

La idea de que Finlandia recluta a "los mejores y más brillantes académicamente" para convertirse en docentes es un mito, aclara Sahlberg. En verdad, la cohorte de estudiantes admitidos representa una gran variedad desde el punto de vista del éxito académico. Y esto se lo hace de manera deliberada.

Si los educadores de educadores en Finlandia creyeran que la calidad docente se relaciona con la habilidad académica, habrían admitido a estudiantes con desempeño superior. La Universidad de Helsinki podría elegir entre los mejores estudiantes y entre "los más brilantes" de los aplicantes cada año. Pero no lo hace. Porque sabe que el potencial docente está escondido entre personas muy diferentes. Jóvenes atletas, músicos y líderes, por ejemplo, muchas veces tienen características para ser grandes profesores sin que necesariamente tengan los mejores récords académicos. Lo que muestra Finladia es que antes que atraer a "los mejores a la docencia", es mejor diseñar la formación inicial de modo de atraer a los jóvenes con una pasión natural para enseñar

  Un buen paso sería admitir que los estudiantes académicamente mejores no son necesariamente los mejores docentes. Los sistemas educativos exitosos se preocupan más con encontrar a las personas adecuadas para convertirse en profesores de por vida  
 
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