Hace mucho tiempo que buceo/naufrago en las redes sociales. Ya son unos cuantos años compartiendo reflexiones y muchos más admirando la gran cantidad de cosas maravillosas que están haciendo algunos en sus aulas. Y, a pesar de ello, sigo encontrándome incómodo. Incómodo al ver que, por desgracia, esas horas de tertulia digital o cafés en buena compañía cuestan que se trasladen a los centros educativos. Unos centros donde está la clave de la mejora educativa. La verdad no está fuera ni dentro, la verdad es que lo imprescindible para que se produzca una mejora educativa es que haya una mayor relación entre los miembros del Claustro. Sí, la mejora educativa pasa porque los compañeros que estamos trabajando bajo el mismo techo sepamos entender que lo que sucede cuando se cierran las puertas afecta al resto de compañeros y, cómo no, al aprendizaje de los alumnos. Conviene desterrar miedos. Conviene hablar. Hablar sin imponer. Hablar para aprender. Disfrutar de la discrepancia y de los debates que pueden llegar a generarse.
No es pasar horas en reuniones aburridas en las que lo único que te apetece es salir pitando por la puerta. No es necesario que todos estemos de acuerdo ni que pensemos igual. Lo que se hace imprescindible es entender que lo que pasa en nuestro centro nos implica a todos y que, al final, por mucho que queramos echar balones fuera o esperar ayuda divina, los únicos en los que podemos confiar son en quienes están, día tras día, haciendo lo mejor que pueden/saben en unas puertas demasiado cerradas para poder ser productivo.
Me encantaría hablar de propuestas entre todos. Me gustaría escuchar las propuestas de aquellos que nunca hablan sobre cuestiones educativas. Me gustaría alejar el miedo a que se perciba la opinión de uno como el ataque a otro. Me encantaría poder ir de la mano a nivel profesional con todos los que convivo en mi trabajo porque, una de las grandes ventajas de mi trabajo es que TODOS los que estamos en el ajo estamos al mismo nivel. No hay jefes ni súbditos mal entendidos. Hay un plantel de excelentes profesionales que, lamentablemente, seguimos huyendo de la transparencia de nuestros pensamientos en lo que se refiere al funcionamiento de nuestro centro. Y eso, al final, lo único que hace es generar malos entendidos y convertir a profesionales que deberían ir codo con codo en poco menos que enemigos irreconciliables. Eso no es. No es el objetivo del Claustro.
Quizás peque de optimista en ocasiones -y, especialmente, cuando hablo de interioridades de un centro educativo- pero estoy totalmente convencido que la mejor red social para la mejora educativa es el Claustro. Un Claustro que no depende de la cantidad de megas que te queden en el móvil ni de la wifi a la que te puedas conectar. Démosle el valor que se merece y potenciemos, no la homogeneización con ideario único, y si el establecimiento de un espacio de debate donde la opinión de todos sea escuchada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario