Ya de lleno en la "Campaña de Navidad"-a pesar de que aún estamos a cuarenta días de la fecha-, tomamos una decisión: prohibir la entrada de catálogos de juguetes en el aula. Así de tajante y radical. No permitiremos que durante el período escolar los niños/as ocupen su tiempo mirando y discutiendo con los compañeros/as por lo que le van a pedir a los Reyes Magos, a Papá Noel o a quien toque ser este año el personaje dadivoso.
Para las personas adultas no creemos sea preciso dar más explicaciones de esta decisión; para el alumnado es muy fácil: la escuela no es lugar para esos menesteres. Aquí tenemos el deber –es nuestra tarea- la formación integral de los pequeños; entre otras muchas, debemos procurar formarlos como personas que no se dejan llevar por el consumismo feroz, prendiendo en ellos el sentido crítico, y, ciertamente, los catálogos de juguetes con los que las grandes cadenas tienen a bien deleitarnos en estas fechas, no van en la misma línea que los principios por los que se rigen los proyectos educativos de los centros.
Hay a quien las prohibiciones le levantan un sarpullido, pero en algunos casos, la escuela tiene que posicionarse y no dejarse llevar por lo que marcan los mercados. Hace años, cuando algunos maestros y maestras prohibieron las golosinas, chucherías, bollería o bebidas edulcoradas, también pudo parecer excesivo, y sin embargo, se consideró necesario, de modo que, hoy en día, esta norma es defendida en casi todos los Claustros y Consejos escolares. Pues ahora, debieran ser estos mismos órganos escolares los que tomasen las riendas del asunto en lo que a catálogos de juguetes se refiere, ya que, van en contra de todo lo que se pretende inculcarle al alumnado en los centros educativos.
La elección, el consumo, la racionalización o no de juguetes en estas fechas es un asunto de índole familiar, por ello, la escuela dará pautas sobre el consumo responsable, pero nunca podrá ser partícipe, inductora o consentidora de esta orgía del dispendio.
Sin el ánimo de parecer nostálgicas o críticas, muchas veces pensamos sobre esta "necesidad"actual de que los críos elijan lo que van a querer con antelación (para así anticipar y repartir el gasto según recomiendan desde las asociaciones de consumidores), con precisión de marcas y lugares donde comprar regalos (para evitar devoluciones), y llegamos a la conclusión de que los Magos de antes o eran más listos o escuchaban más a los niños/as, porque siempre acertaban con lo que querían, mostrando así, de verdad, sus cualidades adivinatorias. Eso era lo que los convertía en algo especial y mágico.
Bien sabemos que habrá quien nos replique diciendo que aprovecha los catálogos para trabajar la lengua escrita o los números. Ya, pero hay alternativas; no son materiales insustituibles. Que piensen en las consecuencias de "bendecir" los catálogos en las escuelas.
Y ya de paso, metidos en esta materia, también sería bueno que los Claustros y Consejos escolares hablaran seriamente sobre las visitas de personajes navideños, dando argumentos pedagógicos que vayan más allá de que "les taaaanta ilusión a los pequeños". Esto ya lo hemos abordado muchas veces en InnovArte, y seguimos sin entender cómo centros educativos en los que la diversidad cultural, religiosa o étnica es una realidad patente; cómo asociaciones de padres y madres comprometidos con la educación de los hijos/as; cómo técnicos municipales o dirigentes de ayuntamientos (que presumen de progres), pueden sucumbir al encanto de disfrazarse de Pajes, Carteros, Reyes Magos, Santa Claus, Apalpadores, etc, y acabar haciendo una tournée enloquecida en la que tan sólo le preguntan a los pequeños "¿Y que me pides?, ¿Qué quieres que te traigamos?, ¿Ya escribiste carta?". Nos parece imposible que se pueda admitir esto en centros en los que supuestamente se pasa el curso tratando de inculcarle otros valores al alumnado. Pode ser que unos estén tan ocupados disfrazados y los otros disfrazándolos que no tengan tiempo para escuchar o para pensar el motivo o razón de estas visitas. Pero ahora, aun con tiempo, podrían preguntarse si todo lo que se está haciendo en las escuelas resistiría un análisis riguroso desde el punto de vista de los principios educativos por los que se deben regir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario