Nueva "novedad" desde el Ministerio de Educación. Realización de un
examen tipo test que vendría a sustituir la Selectividad y, como no, de obligatoria realización al final de Primaria y la ESO con una ponderación determinada sobre la nota numérica final que van a tener nuestros alumnos. Metodología destinada a anular el error y dar las calificaciones más fiables. Sí, un tipo test va a permitir aproximar el resultado, como mínimo, hasta las milésimas. Incluso, si se sabe hacer por parte de los estadísticos del Ministerio, va a permitir sacar más decimales que los del número PI. Todo va a ser ponerse.
Más allá de la ironía conviene analizar qué significa lo anterior porque, un examen tipo test obliga a muchas cosas. No es lo mismo tener que desarrollar un tema, exponer unas determinadas argumentaciones, realizar climogramas o, como no, dibujar objetos según perspectiva que vayamos a utilizar que responder a un examen tipo test. En un examen tipo test no importa el procedimiento, importan los resultados. Da igual que un alumno sepa mucho de la conquista de América, lo importante va a ser que conozca la fecha exacta en la que Pizarro intentó conquistar Perú. No importan las causas ni las consecuencias económicas de lo anterior, lo que importa son los datos concretos que, lamentablemente, van a servirles poco para su futuro. Los datos están disponibles en la red, lo importante es saber interpretarlos. Y esa habría de ser la labor del sistema educativo. Enseñar a los alumnos a interpretar los datos que se les suministra. Darles capacidades y habilidades para saber buscar lo que necesitan y, a la vez, saber utilizar lo que encuentren siendo muy críticos con lo anterior. Y eso, por cierto, no lo demuestra un examen tipo test.
Reconozco que el examen tipo test tiene algo muy positivo para la administración educativa: permite disponer de los resultados al momento, se ahorra en contratar docentes que corrijan (sí, con una máquina puede hacerse de forma muy fácil) y, de paso, permite obviar procedimientos para centrarse en resultados. Los resultados son importantes pero, considerar los resultados como objetivos de aprendizaje en Primaria o en la ESO... no lo acabo de ver.
Si lo que pretendemos es que los alumnos sean capaces de pasar exámenes tipo test debemos empezar a desterrar cualquier metodología educativa que hable de las competencias y habilidades porque, al final, lo que va a interesar a los alumnos es sacar la máxima nota en esas evaluaciones externas. Unas notas que van a marcar su futuro. No es lo mismo preparar para que aprendan que preparar para que aprueben. Los alumnos no van a entender lo anterior y los padres se van a tirar encima de los docentes que no hagan lo posible para que sus hijos saquen la máxima calificación en esos exámenes tipo test.
Por cierto, no importa que uno sepa explicar en pensamiento socrático o los motivos por los que se produjo la Segunda Guerra Mundial. Lo importante es saber escoger entre cuatro autores cuál fue el que pronunció una determinada frase.
Lo siento... no me gusta el tipo test. Aprendizajes cuyo único objetivo sea numerizarlos es algo demasiado peligroso porque, a uno le da la sensación que lo que busca este gobierno (y el resto que aplican este tipo de evaluaciones -no somos el único-) es el enfocar el sistema educativo hacia la profesionalización mal entendida. Para ellos sobran pensadores y falta mano de obra que obedezca sin hacer preguntas.
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