UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 16 Sep 2013 10:13 AM PDT
Uno de los principales avances de la cirugía en el siglo XIX no es algo propiamente quirúrgico, sino farmacológico: el desarrollo de la anestesia. La mejora de las técnicas y medios de anestesia han permitido eliminar el dolor durante las operaciones, pudiendo salvar vidas en un quirófano sin tener que infringir un sufrimiento terrible a los pacientes. Las primeras anestesias se hacían con opio, alcohol, con algunas plantas solanáceas y en la América precolombina con hojas de coca. El descubrimiento de la morfina y la cocaína, y luego toda una serie de derivados como la lidocaína, la amilocaína o la procaína abrieron las puertas a la anestesia moderna. Además de la síntesis de estos fármacos anestésicos se fueron explorando también distintas formas de aplicación. La anestesia general tiene frecuentes complicaciones por lo que se probaron otros métodos de anestesias locales y regionales, incluyendo la anestesia neuroaxial, que coloca el anestésico cerca de la médula espinal, por donde van las vías nociceptivas que transmiten las señales del dolor. La primera anestesia neuroaxial fue la espinal y el primero que puso a punto esa técnica fue el cirujano alemán August Karl Gustav Bier (1861-1949), una primacía disputada por el norteamericano James Leonard Corning quien en 1885 publicó los resultados de dos experimentos, inyectando cocaína en la columna vertebral de un perro y en un hombre con "debilidad muscular y espermatorrea". La inyección de Corning fue probablemente peridural pues de haber sido inyectada la dosis que usó en el espacio subaracnoideo habría matado al paciente. Trató a otros pacientes con estados dolorosos pero no la utilizó como anestésico. El innovador procedimiento de Bier se ensayó por primera vez en el Hospital Quirúrgico de la Universidad de Kiel el día 16 de agosto de 1898. El paciente iba a sufrir una resección de su tobillo izquierdo que estaba gravemente afectado por una tuberculosis pero tenía miedo a la anestesia general porque había sufrido efectos secundarios graves en las muchas operaciones que había sufrido hasta entonces. Bier sugirió hacer una "cocainización" de la médula espinal como alternativa a la anestesia general. Le inyectó una solución de cocaína intratecalmente, en el espacio subaracnoideo, donde el fármaco se mezcla con el líquido cefalorraquídeo. La pequeña dosis fue suficiente para realizar la operación, con el paciente plenamente consciente y sin sufrir dolor durante el transcurso de la cirugía. Dos horas después de la operación, se quejaba de náuseas, vómitos, un fuerte dolor de cabeza y dolores en la espalda y el tobillo pero todo transcurrió sorprendentemente bien. Tras probar en al menos tres pacientes más, Bier decidió experimentar la sensación directamente por lo que pactó con su ayudante, August Hildebrandt, recibir él mismo la anestesia espinal. En un error impropio de unos científicos alemanes, Hildebrandt colocó bien la aguja para darse cuenta a continuación de que la jeringuilla de que disponía no encajaba bien en el trócar. Mientras intentaban ajustar aquello, Bier perdió una buena cantidad de líquido cefalorraquídeo así como la mayoría de la cocaína que se le iba a inyectar por lo que el experimento fue un fiasco. Decidieron a continuación invertir los papeles con lo que Bier realizó la anestesia espinal sobre Hildebrandt usando también cocaína.Tras la inyección, Hildebrandt le comunicó que era incapaz de mover las piernas y que tampoco notaba en ellas ninguna sensación. Comprobaron el nivel de anestesia con algunas pruebas un tanto peculiares. Ésta es la descripción del procedimiento:
Con la inyección hubo sensación de calor; a los 7 minutos, apenas se perciben pinchazos en el muslo y cosquillas en las plantas de los pies; a los 8 minutos, una pequeña incisión en el muslo y la introducción de una aguja hasta el fémur no causan dolor sino solo sensación de presión; igual con fuertes pellizcos y atrición de la piel con un fórceps dentado; a los 13 minutos la aplicación de un puro encendido sobre la pierna y el éter produce sensación de frío; la anestesia alcanza el nivel de T4; a los 23 minutos, un golpe fuerte sobre las canillas con un martillo de hierro y a los 25, una fuerte compresión y tracción de los testículos no causan dolor…
Hildebrandt, como vemos, estaba dispuesto a todo por la Ciencia. Y termina Bier: "Después de todo esto, nos fuimos a cenar, a tomar vino y fumar unos puros. Me acosté a las 11". Al día siguiente, se levantó bien y salió a caminar pero fue sintiendo un dolor de cabeza cada vez más fuerte que solo desaparecía al acostarse. Estuvo nueve días en cama mientras que los síntomas de Hildebrandt fueron menores en intensidad y duración pues la cefalea le duró solo cuatro días.Otro tipo de anestesia neuroaxial es la epidural lumbar donde el médico coloca el anestésico en el espacio peridural, sin perforar la duramadre. La anestesia epidural alta, a través de la región lumbar o torácica, fue desarrollada por un español, el cirujano militar Fidel Pagés (1886–1923) en 1921. Pagés había sido destinado a Melilla como refuerzo médico por el Desastre de Annual y ese mismo año publicó un artículo titulado "Anestesia metamérica", que establecía las bases de este tipo de anestesia, los circuitos anatómicos implicados, las dosis recomendadas, el progreso de la insensibilidad, las posibles complicaciones y sus indicaciones y contraindicaciones. Su temprana muerte en un accidente de tráfico en 1923, su publicación en tres revistas españolas de Medicina con poca difusión internacional y una sorprendente indiferencia de sus colegas nacionales hicieron que los avances de Pagés quedaran en el olvido. En 1931, el cirujano italiano Achile Mario Dogliotti, quien probablemente no conocía los estudios de Pagés, publicó en buenas revistas internacionales un método para la anestesia peridural lumbar. Dogliotti estuvo en un congreso en Madrid y parece que nadie mencionó ni recordó los trabajos de Pagés ni tampoco se citó en distintas publicaciones de cirujanos españoles de esos años sobre la técnica de Dogliotti. Fue el cirujano argentino Alberto Gutiérrez el que fue fundamental en la reivindicación de la labor pionera y la primacía científica de Pagés. Este médico oscense fue clave en conseguir terminar en gran medida, al menos en el mundo desarrollado, con aquella maldición bíblica del "parirás con dolor". Bier siguió experimentando y mejorando los procedimientos anestésicos. En 1908 fue pionero en el uso de la analgesia intravenosa con procaína pero sobre todo es recordado por el procedimiento conocido como anestesia regional intravenosa o bloqueo de Bier. Consiste en dejar exangüe un miembro por compresión con una venda elástica, mantenerlo en esa condición con un torniquete neumático y -finalmente- inyectar por vía venosa una solución de anestésico local. De esta manera, el anestésico se distribuye regionalmente a través de los vasos venosos y actúa directamente en todos los tejidos de ese miembro mientras que el torniquete impide que el anestésico difunda y se diluya. Al terminar la cirugía, se libera el torniquete, el anestésico pasa al sistema circulatorio y es metabolizado por el organismo. En la I Guerra Mundial, Bier trabajó como cirujano de la Armada, dentro del XVIII Cuerpo de Ejército. Sus numerosas visitas al hospital para operar soldados heridos le hicieron ver la enorme cantidad de lesiones graves en la cabeza y decidió desarrollar un casco más efectivo que el característico usado por las tropas prusianas. El nuevo modelo, el M1916 , fue rápidamente adoptado por el ejército y es una de las señas de identidad de los soldados alemanes en gran parte del siglo XX. De Bier es la conocida cita: "Los científicos médicos son gente agradable, pero no debería permitir que ellos le traten" y él puede ser un buen ejemplo porque fue responsable, involuntariamente, de un cambio en el curso de la historia. El 24 de febrero de 1925 operó de apendicitis a Friedrich Ebert, el primer presidente de Alemania e impulsor de la constitución de Weimar. Ebert moría de septicemia cuatro días después. Bier también operó a Hugo Stinnes, un industrial alemán, de una operación de vesícula de cuyas complicaciones falleció a los 52 años. Stinnes tenía un imperio con más de 3.000 empresas y un año después de su muerte todo había desaparecido. Estos malos resultados fueron a pesar de que la minuta por la operación fue de 150.000 marcos, aproximadamente un millón de euros al cambio actual. Tras la muerte de Ebert, fue elegido presidente el mariscal Paul von Hindenburg, cuyo nombramiento es considerado el principio del fin de la República de Weimar y el inicio de la dictadura nacionalsocialista. Bier no debió lamentar esto del todo porque en sus últimos años estuvo cercano a los nazis. En 1932 escribió en el Völkischen Beobachter un artículo a favor del Nationalsozialistischen Deutschen Arbeiterpartei (NSDAP), el partido nazi. Era por tanto de los partidarios de primera hornada y no como tantos otros que se sumaron cuando Hitler controlaba todo el poder. Y ya llegamos a la relación entre Bier, Hitler y el premio Nobel. El premio Nobel de la paz de 1935 fue otorgado a Carl von Ossietzky (1889-1938). Ossietzky era un pacifista que había sacado a la luz el programa secreto de rearme que estaba llevando a cabo Alemania en contra de los acuerdos firmados tras su rendición en la I Guerra Mundial. Publicó datos que demostraban la violación del tratado de Versalles por parte de las autoridades alemanas para reconstruir la fuerza área, la Luftwaffe, y entrenar pilotos a escondidas en la Unión Soviética. Ossietzky fue juzgado y condenado por alta traición y espionaje. La concesión del premio Nobel de la paz hizo que dos miembros del comité dimitieran y que el rey Haakon VII de Noruega no asistiera a la entrega del premio. Adolf Hitler prohibió que ningún alemán recibiera el premio desde ese momento -hasta entonces Alemania era el país con más premiados- y que se mencionaran los Nobel en la prensa alemana. Para mitigar el impacto en la opinión pública, creó un galardón, el Deutsche Nationalpreis für Kunst und Wissenschaft (Premio Nacional alemán para el Arte y la Ciencia) dotado con 100.000 marcos. El gobierno denegó el permiso a Ossietzky para trasladarse a Oslo y le mantuvo en la cárcel sin tratarle la tuberculosis que sufría. Hermann Göring le pidió que rechazase el premio y le indicó que si no lo hacía se colocaba fuera de la Deutsche Volksgemeinschaft, la comunidad del pueblo alemán. Ossietzky no se arredró y declaró:
Tras mucha consideración, he decidido aceptar el premio Nobel de la paz que me ha sido otorgado. No puedo compartir la idea que me han presentado los representantes de la Gestapo de que al hacerlo me excluyo de la sociedad alemana. El premio Nobel de la Paz no es un signo de una lucha política sino del entendimiento entre los pueblos. Como receptor del premio, haré todo lo que pueda para impulsar este entendimiento y como alemán siempre tendré presente los intereses justificables de Alemania en Europa.
Ossietzky murió en la cárcel y Bier recibió el Premio Nacional alemán. Es una de las condecoraciones más raras de la época nazi, por su formidable peso, dicen en broma que hacía falta una especie de soporte para que la chaqueta no se te cayera a pedazos y por su escasez, solo la recibieron Bier y ocho personas más. En 1990 la hija de Ossietzky, Rosalinde von Ossietzky-Palm, pidió a la justicia alemana la revocación del veredicto de traición de su padre. Sin embargo, la Corte Federal de Justicia emitió en diciembre de 1992 (Actas StB 6/92, publicado en BGHSt 39, 75) una sentencia indicando que
"la ilegalidad de las acciones emprendidas de forma encubierta no cancelan el principio de secreto de Estado". Según este tribunal, "cada ciudadano tiene con su patria un deber de lealtad con respecto a la información y los esfuerzos hacia el cumplimiento de las leyes existentes pueden implementarse solamente a través de la utilización de órganos responsables del propio estado y nunca apelando a gobiernos extranjeros."
Algo que hoy hace pensar en Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden.Para leer más:
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