jueves, 9 de enero de 2014

Supercocineros y educación



Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira publicó:" Leíamos días atrás un artículo de Manolo Rivas en el que reflexionaba sobre la superabundancia de programas y concursos televisivos sobre la cocina, justo en este momento de pobreza, en el que se preguntaba qué es lo que se pretende con esta oferta. A "
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Supercocineros y educación

by Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira
Leíamos días atrás un artículo de Manolo Rivas en el que reflexionaba sobre la superabundancia de programas y concursos televisivos sobre la cocina, justo en este momento de pobreza, en el que se preguntaba qué es lo que se pretende con esta oferta.
A mí me ponen nerviosa y molesta por las flagrantes faltas de respeto que se perciben, de modo que no puedo tolerar un programa completo, pero lo que me pareció más grave fue el traspaso del formato adulto al mundo infantil. Así, a lo largo de esta navidad todos tuvimos ocasión de padecer/disfrutar con los chefs en miniatura. A mi entender un error.
Desde las cadenas televisivas intentaron vendernos los valores positivos de estos programas: la promoción de hábitos alimentarios saludables, la incursión de los pequeños en el mundo adulto, la responsabilidad, el trabajo en equipo…, bla, bla, bla. Incluso leí artículos en los que se trataba la importancia de que los más jóvenes cocinasen en las escuelas.
Totalmente de acuerdo. Hace años que muchas y muchos de nosotros entendimos las posibilidades educativas de la elaboración de recetas en la escuela. Pero no de esta manera. No así. No creemos que haga falta que un crío de 8 o 10 años hable de "emplatar" una "tembladera de huevo en su espejo de caramelo", evidenciando que está sometido a una situación de estrés no propia de su edad en caso de que el flan no cuaje. No creemos que sea necesario que toda su familia parezca que tiene depositadas todas sus apuestas sobre la criatura, mostrando gran disgusto si no resulta elegido "supercocineiro del 2013". No parece profesional que sus docentes se conviertan en el jurado que va a opinar sobre los platos elaborados. No es normal que estos niños/as tengan que preparar comida para 20 o 40 personas controlando cantidades, tiempos, cortes, equipos, competidores, y "tocanarices" de supervisores que comen como auténticos cerdos no respetando ninguna de las formas civilizadas de hacerlo.
Esto no es normal ni educativo. No nos engañen, esto es una ridiculez que promueve justo los valores contrarios a lo que pretenden vendernos: la competitividad feroz, el despilfarro y la pérdida de la infancia. No nos engañemos, lo que quieren es que compremos sus vídeos en los que se ven los niños tan chuscos cortando en juliana un palmito encurtido o escalfando un huevo de gallina de Guinea en un bolsa ad hoc. Un disparate.
En estos casos, nunca sé para donde miran los comités de contenidos televisivos infantiles. No sé para donde miran todas esas voces críticas contra leyes educativas que fomentan la competencia y luego toleran estos disparates televisivos, que, contra lo que pudiese parecer, tienen un fondo calado social. Hace falta recordar que educa toda la sociedad, que todas las acciones pueden ser educativas o deseducativas, que los chavales aprenden más de lo que ven que de lo que se le dice que hagan, y que la escuela no es más que una mínima aportación de toda el bagaje que atesoran los críos.
Incoherencias. Otra más.
En lugar de mostrarnos una imagen infantil positiva nos enseñan miniaturas de adultos con sus peores cualidades seleccionados en función de un perfil. En este apartado también quiero incluir un spot televisivo en el que una madre egoísta porfía con sus hijos por un trozo de pizza. ¡Bonita imagen de la entrega maternal! Justo cuando en otro spot de una ONG vemos como una madre quiere disimular su pobreza con fantasía, preparándole a su hija un bocadillo de pan con pan, para que ella pueda echarle creatividad e imaginar que está relleno de aquello que desee.
Las paradojas de la sociedad actual, la gula frente al hambre, el sibaritismo frente al racionalismo, la tontería frente a la formación sólida de los más pequeños. Supernanys, superchefs, supervoces..., supernecios, superfulgurantes y supersuperficiales; eso es en lo que nos quieren convertir.
Y lo peor es que puede que de pronto empiecen a proliferar esos concursos por los centros en los que los niños/as y mozos/as son público cautivo.
Y lo mejor de todo es que nadie protesta.
Imagen del corto "Al dente".
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