viernes, 25 de julio de 2014

UniDiversidad. El blog de José R. Alonso.





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Posted: 24 Jul 2014 08:37 AM PDT
scopeOpiumPoppyEn la Cueva de los Murciélagos de Zuheros (Córdoba), una caverna donde hay grabados murales de hace 18.000 años y fue después asentamiento neolítico se han hallado cápsulas de la adormidera, Papaver somniferum, una parte de la planta sin valor alimenticio pero de donde se obtiene el opio. Unas tabletas de arcilla sumerias, uno de los testimonios más antiguos que existen de escritura, datadas 4.000 años antes de Cristo, describen una «planta de la alegría» que parece ser también una referencia a la amapola del
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La adormidera aparece también en el papiro Ebers —donde se recomendaba para «evitar que los bebés lloren fuerte»— considerado la farmacopea más antigua que existe y es asímismo mencionada en las obras de Galeno, Dioscórides y Avicena. El opio se considera el medicamento más antiguo de la historia de la Humanidad.
La adormidera o amapola del opio es una planta anual, muere cada año y produce el látex que contiene la morfina solo a lo largo un período que dura de 7 a 10 días, el que va desde que se caen los pétalos de la flor hasta que termina la maduración de la cápsula que contiene las semillas. adormideraPara obtener los principios activos, los agricultores hacen unos cortes superficiales en estas cápsulas verdes durante la tarde. A lo largo de la noche rezuma a través de esas heridas un látex blancuzco que al contacto con el aire se va volviendo de un color castaño y va tomando una apariencia gomosa. A la mañana siguiente, ese material se recoge en bolas que son el punto de partida para la purificación de la morfina y la heroína. El opio, el látex seco, contiene un 12% de morfina y cantidades menores de codeína y tebaína y otros alcaloides no analgésicos como la papaverina y la noscapina. La tebaína se usa en la actualidad para la síntesis de otros productos farmacéuticos como la hidrocodina y la hidromorfina.
Quizá para entender esa importancia terapéutica del opio en la Medicina debemos recordar que hasta la llegada de los fármacos antiinfecciosos en el siglo XX, las sulfamidas y los antibióticos, el mayor objetivo de los profesionales de la salud era explicar el posible curso de la enfermedad —el pronóstico— y limitar en lo posible el sufrimiento del enfermo. El opio aliviaba el dolor y generaba una euforia suave que hacía que los pacientes se olvidaran un poco de su malestar y sus preocupaciones. 1881-empire-bra-vie-parisienne-henri-montautLa acción analgésica se produce a tres niveles: menor percepción del dolor, menor reacción al dolor y mayor tolerancia al dolor. Ello no obstante, la generalización de su empleo causó problemas pronto: el uso durante el siglo XIX para los dolores menstruales generó cientos de miles de mujeres adictas.
El opio es también un elemento clave como sustancia de abuso y en ningún lugar ha sido tan marcado como en China donde el consumo recreativo de opio comenzó en el siglo XV. Debido a su rareza y coste, su uso era algo excepcional pero ya en el siglo XVII se habían establecido redes estables de comercio. Asustado por sus efectos sobre la sociedad, el gobierno imperial chino prohibió su uso lo que generó una caída en los beneficios de los principales beneficiarios de ese tráfico, los ingleses. 20120824162553923A eso respondieron las autoridades británicas fomentando su consumo para intentar sanear los balances de su Compañía de las Indias Orientales, quien ostentaba el monopolio de este comercio y que generaba entre un 15 y un 20% de los beneficios del Imperio Británico a través de la venta de opio. La destrucción de un cargamento de opio por orden del emperador Daoguang, que había visto pasar las importaciones de su país de 200 baúles cargados de opio a 30.000, fue el detonante de la primera Guerra del Opio (1839-1842) en la que el ejército británico derrotó al chino, los británicos se quedaron con Hong Kong y lograron concesiones comerciales. Tras una nueva derrota en la Segunda Guerra del Opio (1856-1860), China tuvo que liberalizar el consumo y aceptar una permisividad que dañaba gravemente a su propia sociedad, pues su precio ya estaba al alcance de obreros y campesinos que dejaban a sus familias en la miseria a causa de su adicción. Como dijo Gandhi cuando le preguntaron por la civilización occidental: «Sería una gran idea». Se calcula que en 1905, una cuarta parte de la población masculina china eran consumidores habituales.
Tradicionalmente, el opio se consumía fumándolo o como un extracto alcohólico de la adormidera que se tomaba por vía oral, el láudano, que era lo que tomaban las damas anglosajonas. En 1806, un químico de 26 años, Frederic Serturner consiguió aislar por primera vez el principio activo y lo denominó morfina, en relación a Morfeo, el dios de los sueños. El aislamiento de la morfina abrió la puerta técnica para el aislamiento, la purificación y la identificación de diferentes alcaloides presentes en otras plantas como la cocaína de la coca, la quinina del árbol de la quina y el digital de la dedalera.
receptorsCuando en el siglo XX se empezaron a estudiar los efectos cerebrales del opio y sus derivados, los compuestos opioides, encontraron con sorpresa que no actuaban sobre receptores de otros transmisores como sucede con otras drogas como el alcohol sino que existían unos receptores encefálicos específicos para ellos, los receptores de opiáceos. Los estudios previos habían demostrado que los opiáceos parecían acumularse en el cerebro así que lo que se hizo fue unir radioisótopos a las moléculas derivadas del opio y juntarlas con distintos extractos de encéfalo. Se vio que la radioactividad que formaba parte del opiáceo se quedaba unida a las membranas por lo que el receptor tenía que estar allí. Solomon H. Snyder identificó el primero de ellos y le denominó el receptor opioide µ (la letra griega para "m" porque era al que unía la morfina). La pregunta obvia era para qué demonios había en el cerebro humano unos receptores específicos para unos alcaloides derivados de un jugo lechoso de una amapola. La respuesta fue una nueva sorpresa, el sistema nervioso tenía opiáceos endógenos, fabricaba por sí mismo péptidos que eran muy similares a los que recolectaban los afganos en sus campos de amapolas. Los opiáceos endógenos —es decir, generados internamente— fueron identificados y clasificados como dinorfinas, encefalinas, endorfinas, endomorfinas y la nociceptina. Fue el primer caso en el que se conocieron antes los receptores que las propias moléculas psicoactivas.
Estos opiáceos endógenos intervienen en la regulación del dolor. El dolor es un factor defensivo, nos avisa de graves daños, hace que retiremos rápidamente la mano de algo que quema, antes de que la quemadura sea aún más grave. Sin embargo, un dolor excesivo puede ser terrible y entonces los opiáceos endógenos modulan esa sensación. Es famosa la sensación de calma tras hacer un ejercicio intenso. photos.demandstudios.com-102-59-fotolia_378724_XSEse suave placer que sosiega un cuerpo llevado al limite y sometido a un esfuerzo brutal parece ir ligado a la liberación de endorfinas en el cerebro. También se ha visto que los opiáceos endógenos están involucrados en el control de la homeostasia, en la proliferación celular, en el control cardiovascular, en el estrés y en la respuesta inmune e incluso se liberan tras ciertas actividades recomendables, como el sexo. Los opiáceos, al parecer, nos rebajan el sufrimiento y nos premian con el orgasmo, un estímulo fundamental para la supervivencia de la especie, produciendo una sensación rápida e intensa de placer, seguida por una sensación de bienestar y calma adormecedora. Usted sabe de lo que hablo. Pero los opiáceos, tanto exógenos como endógenos, también se pueden convertir en una adicción y además participan en la adicción a otras sustancias como la nicotina—¡ese cigarrillo de después!—, el alcohol o la cocaína, donde estas sustancias extrañas secuestran los circuitos neuronales del placer propios del cerebro .
Afganistán es responsable de más del 90% de la producción ilegal de opio del mundo y el cultivo de la adormidera representa un 60% del PIB del país. El cultivo de la adormidera y la producción de opio es el sector económico que más aumenta y más rápido crece en la paupérrima economía afgana. El beneficio anual estimado a nivel local supera los 2.800 millones de dólares y ha crecido a pesar de las medidas aplicadas por la coalición internacional liderada por Estados Unidos. Más de 356.000 familias dependen del opio para su subsistencia lo que hace que persista una fuerte economía ilegal y ese flujo de dinero sustenta, como en el caso de Colombia, buena parte de los grupos insurgentes y terroristas. opium-soldierA pesar de la reiteración en las prohibiciones y de los intentos de erradicación de las plantaciones o destrucción de las cosechas, el cultivo del opio se sigue expandiendo. Por otro lado, para todos esos granjeros implicados se trata de una cosecha de subsistencia, de sobrevivir en su pobreza, y no tienen alternativas viables para transformarlo en cultivos legales. A su vez hay toda una trama de señores de la guerra y dirigentes —dentro y fuera de Afganistán— cuyo poder, riqueza e influencia política van ligados a los fuertes beneficios que deja el tráfico internacional de los derivados del opio. Por ejemplo, el consumo en Europa occidental, el principal mercado para la heroína afgana, alcanza un valor en mercado de 48.000 millones de euros, al mismo tiempo que alimenta las mafias y los demás tráficos ilegales —armas, dinero  y personas— en todos los países por lo que pasa.
Junto a este problema social, económico, policial y militar, hay una segunda crisis mucho menos conocida: el problema mundial con la lucha contra el dolor. Siete países ricos consumen el 77% de la morfina producida en el mundo: Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Australia, Francia, Italia y España. morphineEs terrible pero la realidad es que gran parte del mundo no dispone de morfina para atender a las personas con dolores graves porque nosotros usamos nuestro poderío económico, nuestra chequera, para hacernos con la mayor parte de la que está disponible en el mercado. En principio el camino evidente sería que se estableciera en Afganistán un cultivo de adormidera legal y controlado que permitiera surtir a los hospitales del mundo de un producto de primera necesidad. La realidad no es así.  Según el informe Senlis el 100% de la producción de opio afgano va dirigido al narcotráfico pues ninguno de esos cultivos afganos es legal. Otros países, singularmente Turquía, India, Australia y Francia son también cultivadores de adormidera en sistemas regulados y controlados. Por tanto, parece lógico que el cultivo del opio, regularizado y controlado para intentar minimizar las fugas al mercado negro debería ser una palanca para la reconstrucción de Afganistán y no, como es ahora, la principal losa para su futuro.

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