miércoles, 13 de agosto de 2014

Aulas de los 80



Jordi Martí publicó:"Recordar siempre es bonito. Más aún cuando se dispone de alguna fotografía, de esas que ahora han quedado ensombrecidas por la mala calidad de los móviles y de esos cientos de miles de fotógrafos aficionados que poco saben de fotografías, más allá de apre"

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Aulas de los 80

by Jordi Martí
Recordar siempre es bonito. Más aún cuando se dispone de alguna fotografía, de esas que ahora han quedado ensombrecidas por la mala calidad de los móviles y de esos cientos de miles de fotógrafos aficionados que poco saben de fotografías, más allá de apretar un botón. Recuperar imágenes de las aulas de los 80. Compartir las mismas. Recordar que el tiempo pasa y que lo único que se ha solucionado, en algunas ocasiones (no todas), es la renovación de infraestructuras o, en algunos casos, el tapar algún simple desconchado.
Debo reconocer que las condiciones del centro educativo dejaban mucho que desear. Suciedad, pintadas y, eso sí, inexistencia de cualquier tipo de impedimento que permitiera que los alumnos pudieran campar a sus anchas por el pueblo.
Aulas con pupitres, ¿quién no recuerda esas aulas con pupitres clavados en las piernas si uno tenía la desgracia de ser un poco más alto de lo habitual? Que en los ochenta los alumnos éramos los de los setenta. Y allí, si no recuerdo mal, el petit suisse se convertía en un Chamburcy (y de unidad única por cierto).
Fuente: María Victoria García Castelló
Desconchones que brillan por su ausencia (miopía de horas delante del ordenador) y mesas sin ningún tipo de serigrafía en su inexistente melanina.
Fuente: María Victoria García Castelló
Armarios y colgadores. Algo que es un signo impepinable de que uno se halla en un recinto educativo aunque, lo primero, ya está en franca desaparición. Que con armarios se pueden meter menos chavales. Y, antes de volver al pupitre, conviene aprovechar el espacio para esas sillas y mesas individuales (que no individualizadas por ser normalmente de ese color verde hospital) que tanto abundan.
Y esos pasillos largos en los que siempre quedaban los rezagados de turno. Rezagados, por cierto, que si llegaban tarde se iban al bar a comprarse una cerveza y un paquete de cigarrillos. Que sí, que en los centros educativos se podía fumar libremente.
Fuente: María Victoria García Castelló
Eso sí, los patios sin medidas de seguridad. Nada de canastas ancladas al suelo ni porterías fijas. Nada de poner suelo almohadillado para evitar desgarrones a los que iban al parvulario. Que no, que la sobreprotección es una moda de ahora. Moda que da mucho dinero a algunas empresas y permite a esos padres sobreprotectores sentirse que no dejan de cubrir en algodón a sus hijos. El riesgo era sano. Daba mucha vidilla.
Fuente: María Victoria García Castelló
¿Y las salas de profesores? ¿Lugar de culto? ¿Lugar de debate? No había prisas. Las prisas las han traído los timbres. La puntualidad que, mal entendida, sólo ha servido para militarizar la mayoría de centros educativos.
Fuente: María Victoria García Castelló
Y, como no, dos de los lugares más interesantes de todos los centros educativos. El lugar típico para perderte después del bar y esa biblioteca donde los alumnos íbamos a consultar libros. Ahora, por desgracia, bibliotecas (en caso de que en el centro educativo existan ya que tienden a la desaparición) para que los alumnos en entornos digitalizados intercambien mensajes por su Facebook mediante el acceso con programas que se saltan los filtros de las Consejerías.
Fuente: María Victoria García Castelló
Fuente: María Victoria Garcia Castelló
Los recuerdos son bonitos pero el despropósito de la infraestructura anterior para esa época (estamos hablando de finales de los 80) obligaba a tomar medidas drásticas. Medidas que fueron desde manifestaciones masivas (en las que iban todos -padres y madres inclusive-)  en las puertas del centro y en Conselleria, hasta retrasar el inicio de curso.
Fuente: María Victoria García Castelló
Que sí, que antes sí se podía. Ahora, por lo que se ve, ni hay ganas de lucha, ni de movilizarse, ni de conseguir derechos educativos imprescindibles. Una lucha que consiguió transformar esas aulas de finales de los 80 en el instituto actual. Uno que, a nivel de infraestructuras, nada tiene que ver con ese antro de perdición que se recuerda con mucho cariño.
Stitched Panorama

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Las imágenes y explicaciones son del centro educativo donde estudió bachillerato mi mujer. El centro es el IES Camp de Morvedre de El Puerto de Sagunto (Valencia).
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Jordi Martí | agosto 13, 2014 en 11:42 am | Etiquetas: aulas, camp de morvedre, Puerto de Sagunto | Categorías: EDUCACIÓN | URL: http://wp.me/pGAud-4ze
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