martes, 9 de septiembre de 2014

Aula propuesta educativa



Aula propuesta educativa


Posted: 08 Sep 2014 07:31 AM PDT
¿QUE DEBE SABER UN NIÑO DE 4 AÑOS? Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. “¿Qué debe saber un niño de cuatro años?”, preguntaba. Las respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse. Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores. Alicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que debe saber un niño/a de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto: 1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento. 2.Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar. 3.Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas. 4.Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro. 5.Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más. Pero más importante es lo que deben saber los padres: 1.Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después. 2.Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos. 3.Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las “ventajas” que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada. 4.Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro. 5.Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fultbol e ingles mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos. …………………………………………………………………………………. Mucho para reflexionar como padres, educadores, o desde el lugar que nos toque en contacto con uno de los tesoros más preciosos: LA INFANCIA.  Lic. Miriam I Martínez Via Jardín Horas Felices
¿QUE DEBE SABER UN NIÑO DE 4 AÑOS?
Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro años?", preguntaba.
Las respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.
Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores.
Alicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que debe saber un niño/a de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto:
1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento.
2.Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar.
3.Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.
4.Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
5.Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más.
Pero más importante es lo que deben saber los padres:
1.Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.
2.Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos.
3.Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.
4.Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
5.Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fultbol e ingles mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.
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Mucho para reflexionar como padres, educadores, o desde el lugar que nos toque en contacto con uno de los tesoros más preciosos: LA INFANCIA.

Lic. Miriam I Martínez

Posted: 08 Sep 2014 07:07 AM PDT



← La Flipped Classroom y la educación emoAutor:
Antonio Esquivias

En el área de competencias del autoconocimiento la autoconciencia emocional es la competencia central.

Se podría definir como darse cuenta de lo que estoy sintiendo, de qué me ha hecho sentir así, y qué información me está dando esa emoción. Entre los pasos necesarios para la gestión de una emoción corresponde al momento de "ponerle nombre a la emoción". Implica un conocimiento, luego la herramienta clave es la razón, en su función más central: etiquetar la emoción. La autoconciencia emocional es por tanto el perno que une razón y emoción, y por tanto un elemento fundamental para poder gestionar las emociones como seres humanos.

Poner nombre, etiquetar, implica un distanciamiento entre un sujeto que etiqueta y un objeto que es etiquetado.Este es el primer momento en que la emoción es tratada como un objeto, por tanto como algo diferente al "yo".

Precisamente por tratar como objeto a la emoción, esta puede ser manejada. Todo manejo, toda gestión empieza con el conocimiento, con el poner nombre La emoción pasa a ser algo que yo puedo nombrar y por ello tratar de gestionar o manejar.

La razón va a seguir trabajando, una vez que hemos puesto nombre, la pregunta que se hace es: qué sentido tiene ese algo, cuál es la razón que ha hecho aparecer ese algo, lo sintetizo en: de qué me informa. Además la emoción básicamente es información. Una de las 2 razones básicas de la aparición de la emoción es precisamente proporcionar una información (la otra es proporcionar una activación). En este momento la conexión razón-emoción es total, por tanto también lo es la integración de la persona.

Ya tenemos un algo (emoción) a lo que he puesto nombre y la razón de su estar ahí: proporcionarme una información. Tengo por tanto también una información. En el proceso la razón se ha hecho un nuevo interrogante: Cómo surge esa emoción, qué la ha hecho aparecer. Estamos de nuevo ante un elemento clave de la conformación de la identidad personal: su puente con el exterior, con el entorno, allá en el fondo su puente con la realidad. Es cierto que en ocasiones somos nosotros mismos quienes hacemos surgir nuestra sensación, pero es precisamente dilucidar de dónde proceden nuestras sensaciones y nuestras emociones nuestro puente constante con la realidad que nos circunda, con nuestro entorno, y nuestra posibilidad de sobrevivir como seres vivos con unas necesidades que deben satisfacer en un entorno.

Como se desprende la autoconciencia emocional debe ser fomentada y aprendida desde muy pequeños, desde el mismo nacimiento del bebé humano, como una de las claves de la formación como seres humanos. Esta conexión entre razón y emoción es algo específico del ser humano. Hay que enseñar a reconocer que se está sintiendo y ayudar a ponerle nombre. Este es el comienzo de toda Educación Emocional.

Para la escuela hay dinámicas específicas como el emocionómetro (ver: autoconciencia emocional: el emocionómetro) que es una dinámica para la etapa de infantil/inicial, que deben aplicarse en el aula como una ayuda muy valiosa. Aunque es una competencia que debe fomentarse y estar presente en todas las etapas porque constituye una de las bases fundamentales de la Educación Emocional, para cada una de ellas se pueden encontrar dinámicas adecuadas.

Lo fundamental en mi opinión es que el docente tenga la actitud de fomentar la autoconciencia emocional con sus alumnos de modo constante. Para ello debe haber desarrollado en si mism@ la propia autoconciencia emocional. Sin el propio autoconocimiento de los docentes, no hay posibilidad de una Educación Emocional adecuada. Es un trabajo personal con una fuerte incidencia en las capacidades profesionales. Por eso quiero terminar diciendo que la autoconciencia emocional de los docentes es el primer paso para instaurar las competencias emocionales en la escuela.



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