La holandesa Eline Esnel, directora de la Academia Internacional de Enseñanza de Mindfulness, es famosa en todo el mundo por su método de meditación para niños, recogido en Tranquilos y atentos como una rana, un libro que ha vendido 150.000 ejemplares en 27 países. Empezó en esto en los años 80, cuando nació su primer hijo, que durante nueve meses estuvo llorando sin parar. «Una matrona me enseñó el primer principio del mindfulness: 'Cuando acunes al bebé, simplemente acúnalo;cuando llore, dedícate sólo a oír su llanto. En otras palabras, atiende al momento presente. No intentes cambiar las cosas'. Ahí vi lo importante que era estar calmada y atenta con un niño nervioso y estresado».
¿Tienen los niños de hoy en día un problema de concentración? ¿Hacen demasiadas cosas a la vez?
Estoy convencida de que los niños del siglo XXI tienen muchos problemas de concentración, demasiadas distracciones. Nuestro cerebro no está hecho para hacer muchas cosas al mismo tiempo, funciona mejor si se hace una cosa detrás de otra. Los niños de hoy en día están muy atareados. El botón de encendido les funciona muy bien, pero ¿dónde está el de pausa?
¿Qué les aporta el mindfulness?
Los profesores a menudo les dicen: «Por favor, concentraos», pero no les enseñan cómo hacerlo. El mindfulness les da desde pequeños una visión de cómo funciona su cabeza, de cómo se distraen y de cómo pueden influir en su propia mente para estar más tranquilos y ser más conscientes. También aprenden cómo manejar los momentos de estrés. Algunos niños rumian muchos las cosas y tienen pensamientos dolorosos. El mindfulness les ayuda a concentrarse en su respiración, en vez de estar preocupándose.
¿Cuándo empieza a verse el cambio?
Con practicarlo sólo unos pocos minutos al día, sus cerebros cambian, de forma que reaccionan a los conflictos de una manera consciente, en lugar de gritando, pegando o haciendo bullying. La agitación se reduce y la calma aumenta en el aula. A las pocas semanas la atmósfera es más tranquila en la clase y después en la escuela entera.
¿Qué ventajas tiene para el docente?
Lo que mejor funciona para los profesores es un curso de ocho semanas llamado MBSR, que les calma y les hace más resistentes al estrés, lo que repercute en que sus alumnos se vuelvan más calmados.
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