Con frecuencia habrá escuchado a otras educadoras de párvulos, asistentes y docentes decir que tienen un niño o una niña muy inquieto/a en su sala; y lo que suele venir a continuación es un relato referido a las distintas dificultades que él o ella presentan para adaptarse y participar en las distintas situaciones sociales y de aprendizaje1 y de lo difícil que resulta para los/as docentes organizar situaciones educativas en que se logre responder a sus necesidades individuales de apoyo, asociadas a sus dificultades para poner atención, organizar su conducta y actuar de manera más tranquila, reflexiva y menos impulsiva.
Pareciera ser, que gran parte del comportamiento esperado es justamente aquel con el que niños y niñas con bajo nivel de atención, impulsividad e hiperactividad presentan más dificultades, esto es: La adaptación a normas tanto explícitas como implícitas, a un determinado ritmo de trabajo, a un grupo de pares y a uno o más adultos que están a cargo y, por sobretodo, la adaptación a una gran cantidad de "reglas de comportamiento" que requieren de un adecuado nivel de atención para su comprensión y apropiación y de un adecuado nivel de autocontrol, tanto corporal como cognitivo.
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